Los neumáticos son los responsables del 20% de la autonomía de un coche eléctrico
Varios son los estudios que demuestran que merece la pena sacrificar el rendimiento que
ofrece un neumático con mayor agarre frente a otro de baja resistencia a
la rodadura para aumentar la autonomía.
En un coche de combustión, los neumáticos buscan favorecer la seguridad
en la conducción, la mejora de las sensaciones dinámicas y, en algunos
casos, la propia estética del coche. Sin embargo, en un coche eléctrico,
en el que la energía de la batería suele ser limitada, la selección de
los neumáticos se basa principalmente en mejorar la autonomía del vehículo.
Como responsables de tener un gran impacto sobre el
alcance real, los fabricantes instalan en ellos neumáticos con baja resistencia a la rodadura,
que normalmente sacrifican las sensaciones de conducción. Una
decisión lógica al suponer que un conductor de un vehículo eléctrico no
optará, en la mayoría de las ocasiones, por exprimir toda la capacidad
mecánica del coche sino que intentará realizar una conducción eficiente.
Se ha realizado un estudio basado en varias pruebas consecutivas que
demuestran que esta decisión está avalada por el comportamiento real de
los coches eléctricos. Las diferencias en la resistencia a la rodadura pueden llegar notarse de
forma notoria en la autonomía. En
cuestiones de usabilidad, un 20% más de autonomía puede no ser
importante en el caso de un vehículo de combustión interna, pero puede
ser fundamental en el caso de uno eléctrico.
En una prueba real se comparó la autonomía de un Volkswagen e-Golf
con neumáticos deportivos Michelin Pilot Sport 4S montados
sobre una llantas de 18 pulgadas, con unos neumáticos de ultra baja resistencia a la rodadura Bridgestone Ecopia EP422
(equivalente al EP150 en España) sobre llantas de 16 pulgadas y un diseño más aerodinámico. Con el neumático deportivo alcanzó únicamente los 160 kilómetros de autonomía, mientras
que en el caso de los neumáticos de baja resistencia la autonomía llegó
hasta los 200 kilómetros. Esta diferencia supone un 20% más de autonomía gracias únicamente al cambio de neumáticos.
Cuando se cambió los neumáticos de
baja resistencia de un Chevrolet Bolt por los equivalentes de alto
rendimiento, disminuyó su autonomía en un 10% (en este caso no había tanta diferencia de resistencia a la rodadura).
Según indican
los resultados, las diferencias en la dinámica del coche en el paso por
curva y en las sensaciones de conducción solo son apreciables cuando se
busca que el coche llegue al límite, pero la autonomía con el neumático deportivo se resiente notablemente aunque la conducción sea tranquila y no aporta más seguridad en la mayoría de las situaciones.
Además de los neumáticos, el diseño de la llanta también influye en el
aumento de la eficiencia. Un estudio realizado en el Tesla Model 3, mostraba como las llantas aerodinámicas aumentaban su eficiencia en un 3%, lo que supone aproximadamente 16
km extra de autonomía.
El BMW i3
es un ejemplo de la búsqueda de la optimización de los neumáticos.
Bridgestone los diseñó exclusivamente para el coche con unas dimensiones
de 155/70 y llantas de 19 pulgadas en ambos ejes. Se trata de unas
ruedas especialmente estrechas y muy altas, que proporcionan un óptimo agarre mientras aumentan la eficiencia del
automóvil con una menor resistencia aerodinámica. Para obtener
eficiencia sin sacrificar rendimiento, incrementaron la altura, para
aumentar el área de contacto del caucho. Más recientemente, los patrones
de banda de rodadura de baja resistencia y los nuevos compuestos han
ayudado a conciliar las dimensiones de los neumáticos, que ya no
necesitan un diámetro tan grande.
